Simbiosis
La ventanilla del Opel '68 solo se baja cuatro centímetros;
dos papelitos fugaces saltan como caballos
y un puñado de próceres mugrientos se meten a los empujones,
quizás seducidos por el aire espeso
o por la música de James Brown.
Como leyendo relieves con la yema de los dedos
adivino el brillo de los lentes espejados
y el diente enfundado en plata;
imagino dos dedos humedecidos por la lengua
y el chasquido de los billetes
que se frotan y se contagian;
y no se me escapa esa sonrisa que me dice:
Cada vez me vas a llamar más seguido
hasta que un día revientes
como un embutido después de tres horas en el microondas
y yo sé que vos sabés que yo sé que no somos amigos
y también sé - o supongo - que no hace falta que te lo diga:
Nunca se jode con quien te come los piojos
Requin
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