29/4/10

Morir no duele mucho

Morir no duele mucho:
nos duele más la vida.
Pero el morir es cosa diferente,
tras la puerta escondida:

la costumbre del sur, cuando los pájaros
antes que el hielo venga,
van a un clima mejor. Nosotros somos
pájaros que se quedan:

los temblorosos junto al umbral campesino,
que la migaja buscan,

brindada avaramente, hasta que ya la nieve
piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas.



No era la Muerte, pues yo estaba de pie.

No era la Muerte, pues yo estaba de pie
Y todos los muertos están acostados,
No era de noche, pues todas las campanas
Agitaban sus badajos a mediodía.

No había helada, pues en mi piel
Sentí sirocos reptar,
Ni había fuego, pues mis pies de mármol
Podían helar un santuario.

Y, sin embargo, se parecían a todas
Las figuras que yo había visto
Ordenadas para un entierro
Que rememoraba como el mío.

Como si mi vida fuera recortada
Y calzada en un marco
Y no pudiera respirar sin una llave
Y era como si fuera medianoche

Cuando todo lo que late se detiene
Y el espacio mira a su alrededor
La espeluznante helada, primer otoño que llora,
Repele la apaleada tierra.

Pero todo como el caos,
Interminable, insolente,
Sin esperanza, sin mástil
Ni siquiera un informe de la tierra
Para justificar la desesperación.



Pequeñez

Es cosa tan pequeña nuestro llanto;
son tan pequeña cosa los suspiros...
Sin embargo, por cosas tan pequeñas

vosotros y nosotras nos morirnos.









E, Dickinson.


28/4/10




fragmento




(Nacemos tristes y morimos tristes

pero en el entretiempo amamos cuerpos
cuya triste belleza es un milagro.)



M, B.

27/4/10

23/4/10

Dijiste ser el último y escuché que tu mente se me goteaba por detrás de la nuca. Que caía fríamente como lluvia, que se deslizaba lentamente haciendo ríos en el pecho, a cada gota, toda tu música por todo latido, respiro, respiro que me hago un poco de nada, otro poco de frío, mojada. Mojada. Un poco frágil, un poco dormida o demasiado alerta, que cada nota como deriva del vuelo que trajo consigo el velo de lo ido, que libo como caída, este frío el río el labio al oído, silenciando al ocaso lo triste, el amparo lo cálido la luz que se escondía detrás de tu mano se apaga se apaga ¡cuidemos la lumbre! ¡Corre sin más tu pie al alba! Pero no, porque ahora trisada por todo el espacio, se apaga, se apaga, reposa en la sombra se aquieta se llueve por los brazos y el cuello, ese frío que nace en el fondo de la garganta un poco lastimada, que la lluvia se retiene, y luego cae arrastrando consigo lo frágil del respiro que libo, ya ido, ido por el latido de tu música, toda tu música dibujándome delicadamente en forma de velo dormido, me recuesto, mojada, ¡Ah! Tan mo ja da, que caigo al ocaso al oído y me escondo, por vez última, fría frágil casi dormida (o solo me escondes), bajo todo lo que respires o tu silencio, en tus dedos, apagada (o me silencias), o me apagas entre tus dedos, un latido dormido que se trisa al espacio; Por vez última, se apaga, se llueve.
Se apaga.


22/4/10


Del acá, desde acá donde (tu) persona, se ve tan chiquito porque en mi concentrado, en mi cuerpo húmedo debe de verse como una bolita, una suavidad dormida a la leve sonrisa, un algo ínfimamente pequeño posándolo al borde de lo que desde más acá puedo ver, por medio más que de mis manos, más que del trazo marcado por cualquiera de estos días que no podrían montar espectáculo alguno a cuerpo ninguno a alma ninguna. Improbablemente habitarían tanto este aire como para caminar correctamente sobre el lado frágil de lo frágil, eso que se toca y se llora, o se pinta, y se rebalsa de propio amor a la alegría de tan pleno. Como la ventana tan colmada de la mañana, o el humo, la escarcha. Porque la ceniza, miralo al fuego cuando amanece que el mar se incendia despacito sobre los pies a los brazos se salpica al pelo y estamos de repente tan mojados (uno del otro) que podríamos cerrar los ojos y desplegar las aletas algún pedacito más de cuarta aguja que despeje cualquier sentido de vibración auditiva. Todo eso tangible que uno devora insaciablemente por los ojos, que la arena que la mano contornea al pasto la mandíbula el borde de lo humano sobrepasado por lo no, conjugándose, híbrido, terso, flota se deshace se quiebra se recrea golpea renace (finalmente), por cada espacio vacío o minúsculo (Acá). Porque los peces, también mira los peces como se envuelven al agua cual ala al cielo o esta pequeña bolita anidándose dentro de otro cuerpo húmedo, que este suelo reside también en raíces tan frágiles como el palpo del llanto, que fijate como las paredes se derrumban por naturaleza propia y que los espejos, como se disuelven en el agua donde al fondo, mira como corren, todo esto tangible no por más que por el amor propio a la memoria de la alegría; Y recuerda el fuego, que como el mar abraza cada brazo cada pie que se incendia; Devorando insaciablemente por cada ojo contorneando al pasto las cenizas de lo híbrido, y la aguja, hasta que nos palpa el llanto y nos quebraja las raíces (de uno, y del otro). Nos encontramos de repente tan mojados, que cerramos los ojos, e imaginamos tener aletas para renacer luego al golpe del trazo de cada día, de toda mañana. Y mira ahora entonces como entre el humo el cuerpo húmedo, se habita de escarcha
y se envuelve de nostalgia.

11/4/10

http://MM1
http://MM2
http://MM3
(Juro los tres valen la pena)
M. Monk

Que tu boca, la carbonilla, que por bien no colmara el vuelo, la llama. Que tu boca si no dijera que por trazo de ola, el bostezo en la arena sobre el arco derecho remara el sentido de la aparente larva, Cúpula reacia, Ruido de nuez. Parir; que por tu boca si no adormeciera el eco del solsticio, que anestesia inunda la célula el simio el sésamo la sílaba y la carnada al fondo de la cueva. Hilo por boca que por hilo si no fuera sonido que se parte, por boca, tu boca, que por hilo emana el camino entre la huella de mi reflejo, pero (híbrido) sobre, Ahhh (Y respiro). Por todos tus ojos. Nutren a lo extraño de la línea carismática lobular. Que si por tu boca no fuera, entonces este trapo me liba el vuelo, la llama, rema larva, tieso, móvil, surca, late, el bostezo (¡fuego fuego fuego!) Que tu boca, por el hilo que tu boca por el simio, la carnada (que tu boca) es boca de todos tus ojos nutriendo nuestra aislada línea de tesis bien quebradas, de lado a lado por tanto mar de gentes que vociferan en-tierra ahogadas; Pero que a mí no me pierda ni cuarta cuerda al piso, reflejo híbrido, colisiona en tu oído, que mientras el tardío en lo que amanece y por justo ahora, creo te susurro;

Amame.






H. Matisse
Que no sea tu sombra
Lo que de vuelo a pluma a ala
Purifique el desolado golpe del mañana.
Que de lo enfermo y lo abismal
Recorte un poco el afecto,
O pueda quizás la razón
Doblegar al ser que se cae de a retazos
Y que se necesite no más que del individualismo
Para ser un poco más cálido;
Y matar la vigilia,
En la persecución nocturna
Cuando la memoria se vuelve ácida;
Que no ruede por tu sombra
Ni que acribille tu cabeza
Que no te q u e m e s
Ni te fragmente el deseo
De ser no más nada
Ni en las esquinas
Del puro día
rendido a boca
de cada noche

H.H


'El engaño se basa en una transferencia sencilla. Como cuerpo, toda persona es uno; como alma, no lo es jamás.'


Voces se funden

En el polen

Del ocaso.


No todas las sombras

Emergen desde la tierra

(Escucho como algunas aún duermen)


No quiero tu respiro

Ni el punto exacto

Entre la garganta sorda

Y el pecho


Ese cuarto de palma

Sostenido a la inmensidad

Del momento galvanizado.


Oía soplos de plata,

La caricia extraña;

Un río jugaba a risa de niño.


Y me vencí a la cumbre

De mis dedos casi marinos

De tan fundidos;


La pupila envejecida,


El silencio en otro idioma.


Pero espejo de tu espejo,

Revolví con la uña

Escarbando el ardor

En la herida pequeña


Tuve que transformarme

Hasta en el mismísimo minutero

Para poder decir que

Se del saber siendo no

(Pero primero)


Tuve que ser Hombre

Para deshilacharme

Por este justo desapego de riel

Y fecundarme delicadamente,


Desde la sombra

De cada sonido


Viniendo a ola

de cuerpo onírico


destellando,


extinto.