23/2/09

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La experiencia psicodélica es llamativamente diferente de la provocada por drogas de tipo sedante (como la heroína) o estimulante (como la anfetamina). Aunque cada experiencia psicodélica es única, hay características recurrentes. Una de ellas es la sensación de conexión inmediata con todo lo que nos rodea, una comunión panteísta con el Universo.

La intensidad de la experiencia depende de la preparación previa del sujeto (sus expectativas) y, en el caso de un fármaco desencadenante, de la dosis del mismo. La ilegalización de las drogas psicodélicas y su caída en desuso suponen que el consumidor se encuentra ante un producto sobre cuya composición rara vez tiene garantía alguna.
El cambio del estado común de conciencia al alterado puede, cuando es recibido con resistencia, provocar una vivencia angustiosa, pues la persona siente que pierde el control, la cordura o la conciencia, e incluso puede pensar que se aproxima su muerte. Generalmente, esta sensación desaparece (o no llega a aparecer) cuando el sujeto se encuentra cómodo, en un entorno apto para la experiencia y en compañía de personas en las que confía, y acepta de buen grado el paso a un estado distinto de la mente.

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