7/1/09

Etiquetas en el cielo, a tu nombre.

Sobre tonos grisáceos se desprende

un humo magneta

se suavizan tus párpados

se derrite tu carne, al “filme luz “

(si esa energía proyectada)

Te consume

Y

Te sumerge.

Jamás habrá nada que retenga el piso

A tu comodidad.

Por aquel tiempo, niño, donde

Decidiste renacer,

Véanse a través y no por sobre

Cuántos han sido los somníferos

Anestesiándote

El

Alma.

Tanta música desperdiciada sobre tu almohada

En el vomito de ciertas retinas

A un apocalipsis de rutina, abriendote el estómago

El corazón

Cada órgano, se desarma

Se desintgra, y todo se viste y se desviste

De colores y piedras

De sonidos al borde de dichosos labios

Dignos de un lugar espontáneo a través de la sien.

De finos y torpes dedos penetrando células

Cuando apagan las luces de la ciudad y el mundo

Queda indefenso al incendio, encantado de presenciar

Como se quema la humanidad,

las pestañas jamas se tocan

Hasta que sequen las mucosas y los mil y un colores

Atraviesen suavemente

lo elocuente y lo insensato,

Lo querido y lo obtenido, en un silencio distante,

Muere.

Y se vuelve a hablar de "cigarrillos y café"

Del amor camuflado en palabras y metáforas

Que cambian a los tiempos de cortes en tu alma,

De objetos en el aire, se anulan se nacen se mecen.

Y entonces se quebrajan las últimas cuentas

Al final del día, de cada instante,

Fríamente vomitado.

Reconstruyendo pedazos abstractos de llamados

Y gritos de auxilio,

De frases inéditas a un cuerpo desesperado.

El despertar nuevamente,

Sobre humo

Endemoniado.



Holden.

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